Y la consecuencia es:
Lo reconozco soy un miedica. Siempre que me pinchan tengo que mirar a otro lado. Menudo material.
Aunque me puedo sentir aliviado, no soy el único, a una chica que también a donado sangre se ha mareado y le han tenido que abanicar, yo no llego a ese extremo me puedo sentir “afortunado”.
En fin, donar sangre salva vidas, que tenemos mucha y no nos cuesta nada.
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